Lecturas de la Misa del día
Os 11,1b.3-4.8c-9 / Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R.: 3) / Ef 3,8-12.14-19 / Jn 19,31-37
Se me revuelve el corazón.
Lectura de la profecía de Oseas 11,1b.3-4.8c-9
Así dice el Señor: «Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Yo enseñe a andar a Efraín lo alzaba en brazos; y él comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se me commueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta.»
Palabra de Dios.
Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R.: 3)
R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré, porque mi fuerza
y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R/.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.» R/.
Conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3,8-12.14-19
A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, y aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él. Por esta razón, doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios.
Le traspasó el costado, y brotó sangre y agua.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 19,31-37
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»
Palabra del Señor.
«Le traspasó el costado, y brotó sangre y agua».
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que, en este día que celebramos tu Sagrado Corazón, me ayudes a que mi humilde corazón se asemeje un poco más al tuyo, y que escuchando tu Palabra, pueda amar tanto, como Tú mismo nos has amado.
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. Son tantas las veces que he fallado contra Ti que me da vergüenza mirar tu rostro. Veo tu Corazón traspasado, y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé, que Tú has querido beber ese Caliz, para reconciliarme y para obtenerme la felicidad eterna. Ayúdame Señor a no pecar más contra Ti, y también a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
Lee este texto de San Columbano que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Hermanos, seamos fieles a nuestra vocación. A través de ella nos llama a la fuente de la vida aquel que es la vida misma, que es fuente de agua viva (Jn 4,10), y fuente de vida eterna, fuente de luz y fuente de resplandor, ya que de él procede todo esto: sabiduría y vida, luz eterna… Señor, tú mismo eres esa fuente que hemos de anhelar cada vez más, aunque no cesemos de beber de ella. Cristo Señor, danos siempre esa agua, para que haya también en nosotros un surtidor de agua viva que salta hasta la vida eterna (Jn 4,15.14)…
Es verdad que pido grandes cosas, ¿quién lo puede ignorar? Pero tú eres el rey de la gloria y sabes dar cosas excelentes, y tus promesas son magníficas. No hay ser que te aventaje. Y te diste a nosotros. Y te diste por nosotros.
Por eso, te pedimos que vayamos ahondando en el conocimiento de lo que tiene que constituir nuestro amor. No pedimos que nos des cosa distinta de ti. Porque tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salvación, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios.
Infunde en nuestros corazones, Jesús querido, el soplo de tu espíritu e inflama nuestras almas en tu amor, de modo que cada uno de nosotros pueda decir con verdad: "Muéstrame al amado de mi alma” (Ct 3,3), porque estoy herido de amor.
Que no falte en mí esas heridas, Señor. Dichosa el alma que está así herida de amor. Ésa va en busca de la fuente. Ésa va a beber. Y, por más que bebe, siempre tiene sed. Siempre sorbe con ansia, porque siempre bebe con sed. Y, así, siempre va buscando con amor, porque halla la salud en las mismas heridas.
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por quererme tanto, que quisiste morir en la Cruz por mí. Te pido Señor que me ayudes a tener un corazón como el Tuyo, para poder amar al Padre y a todos mis hermanos como Tú nos has amado. Amén
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.